La casa nido es un sistema de custodia compartida en el que los hijos permanecen en el domicilio familiar, mientras los padres rotan para convivir con ellos según un calendario acordado, como semanas o quincenas alternas. Este modelo busca evitar que los menores tengan que trasladarse entre dos hogares haciendo maletas o adaptándose a entornos nuevos. En su lugar, son los padres quienes asumen la responsabilidad de mudarse manteniendo la estabilidad del hogar para los niños.
Por ejemplo, Emma y Alex son una pareja que compraron conjuntamente una casa campestre pensada para el disfrute de sus hijos, con su piscina, su jardín y un gran salón de juegos. Por ello, a la hora de su divorcio, han pensado que sus hijos puedan seguir disfrutando de esta casa que constituye un espacio ideal para ellos, lleno de recuerdos de cumpleaños, Navidades y momentos compartidos con amigos. De esta manera, hasta que los niños sean mayores y decidan volar por sí mismos, disfrutarán de las ventajas que sus padres desearon para ellos cuando adquirieron la casa.
Ahora bien, pesar de sus ventajas, la casa nido presenta retos significativos que los padres deben considerar:
- Carga económica: Mantener el hogar familiar mientras los padres costean residencias alternativas puede ser costoso. El Tribunal Supremo, en una sentencia de octubre de 2024, desaconseja este modelo para familias con economías limitadas ya que los gastos adicionales pueden generar tensiones financieras.
- Coordinación compleja: La rotación de los padres requiere una organización meticulosa de horarios y responsabilidades, lo que puede ser complicado sin una comunicación efectiva. Por ello, este modelo requiere comunicación fluida y un alto compromiso.
- Solución transitoria: La casa nido no suele ser un modelo sostenible a largo plazo. Cambios como nuevas parejas, traslados laborales o necesidades personales pueden requerir ajustes en el acuerdo.
En el caso de Emma y Alex, tienen a favor que ambos disponen de una economía saneada, pues si no fuese así, la casa nido comportaría una carga excesiva para alguno de ellos o para ambos y deberían buscar otras soluciones. Además tienen muy claro que la convivencia debe ser respetuosa: no llevarán nuevas parejas, no descuidarán el orden ni la limpieza y siempre habrá un fondo de imprescindibles. Tienen muy claro que que dejar la ducha sin gel y el baño sin papel higiénico no es de recibo.
La casa nido no está regulada específicamente por la ley, por lo que su implementación depende de acuerdos entre los padres y de la jurisprudencia. Según una sentencia del Tribunal Supremo de octubre de 2024, este modelo no puede imponerse judicialmente sin el consentimiento expreso de ambos progenitores, subrayando que solo se entiende viable si existe una cooperación excepcional entre los padres.
REQUISITOS PARA UNA CASA NIDO EXITOSA:
Para que este modelo funcione es necesario:
1. El consenso parental: Ambos padres deben estar comprometidos con la convivencia rotativa que establecen, a fin de evitar molestar al otro.
2. Economías sólidas: La viabilidad financiera es esencial para sostener el hogar familiar y las residencias alternas de cada uno de los padres.
3. Establecer un término: La casa nido no puede ser para siempre, pues la vida suele ir por derroteros diversos. Lo mejor es que sirva como periodo de transición hasta que los niños tengan una edad suficiente.
IMPLEMENTACIÓN en tu convenio regulador:
Deberás establecer reglas claras, definir horarios, responsabilidades y la gestión de los gastos del hogar. Lo más interesante, a fin de evitar conflictos, sería establecer su revisión o viabilidad cada cierto tiempo, a modo de prórrogas.
¿ES LA CASA NIDO LA MEJOR OPCIÓN?
La casa
nido es una solución innovadora que coloca el bienestar de los hijos en el
centro de la custodia compartida. Sin embargo, su éxito depende de una comunicación efectiva, una economía sólida
y la disposición de ambos padres para colaborar en una buena dinámica. Hay que ser prácticos, no siempre es posible y no pasa nada por ello.